Somos amigas desde hace más de 15 años. Llevamos la mitad de nuestras vidas juntas en  media-tardes de compartir mil charlas y otros tantos momentos en simple silencio. Y nos pasa que siempre que estamos juntas estamos haciendo algo con las manos. No sabemos bien porqué, pero no podemos simplemente hablar, algo tenemos que estar haciendo mientras tanto.
 

 Hace un par de años empezamos a bordar y nos volvimos locas de amor por esta técnica ancestral que se convierte en un vicio enseguida. Bordamos juntas y bordamos separadas. Quizás hasta charlamos telepáticamente cuando cada una borda por su cuenta. Nos ha pasado.

 

  Elegir los dibujos, los colores de los hilos y las puntadas es la parte más difícil. Es ese hermoso momento de pánico al lienzo en blanco en el que no queda otra que entregarse y confiar en nosotras mismas.

 

  Después de la primer puntada todo fluye y se convierte en entrega. Pronto la técnica toma confianza y los pensamientos empiezan a relajarse y fluir sin presiones. Las charlas se desordenan, los mates se enfrían un poco.  Se van completando las formas de a una puntada a la vez y no queremos parar hasta ver el dibujo completo.
 

  Bordamos en cualquier lado, en cualquier momento. Bordamos en todos lados y en todo momento. Y lo que envicia es la tranquilidad de la mente cuando las manos están ocupadas.

  Insistimos mucho en que cada bordado es único porque en verdad lo es. Su textura es única, sus puntadas nunca salen igual, la mano de quien borda deja su personalidad atada en los nuditos de atrás. La labor manual nos conecta con el instante cada vez de maneras distintas y es energía que de alguna forma queda hilvanada.

  Fino Camuflaje surgió casi de casualidad, queriendo ocupar nuestras mentes en algo que nos haga felices mientras nuestras manos hacen algo útil. Le damos a nuestras prendas un número de serie en su colección porque para nosotras son más que simplemente ropa. Y esperamos que al usarla, cuidarla, lavarla y sentir su textura, se gane un lugar en tu propia colección de objetos preciados.

     Lucía y Bianca

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